Espacio correcto y los perros mudos

Abrir la compuerta y mirar el vórtice en el patio trasero, quedarse mirando por horas las líneas que forma el viento hacia adentro, el que lleva pedazos de hojas, pedazos de piedra, pedazos de puertas y pedazos de tiempo. Soy yo quien te cuenta y también yo quien te escucha. Podrás ver millones de ojos escondidos entre las hierbas y sentir que no hay barrera entre tú y la niebla; que las nubes, espesos algodones, se deslizan sobre las rocas brillantes de luna. Esbelto, alto y grumoso como una sombra de árbol, aparece parado en las puntas de sus pies heridos, sin ojos, sin boca, sin rostro, pero olor conocido. Susurra en el viento que triste se aleja, los cuentos de ahí a lo lejos, sollozos que arrulla el viento. Palabras con dientes. El ritual de romper la caja y soltar el hilo, sentir que recorre las venas; saliendo despacio hiende el profundo camino, trazando rayones de color escarlata. El hilo atado a la puerta. El hilo atado a las manos, las mentes, las voces. Enredado en las turbinas indigna el sigilo de los perros mudos bajo una lluvia caliente. Tremor de infiernos contenidos en las astillas de las puertas verdes.

Carruajes de heno

Me parte escuchar que te quejas y que aún te sumerges en tu almohada secreta, porque me hace sentir ganas de arrojarte cosas y arrojarte a tí, apretarte las piernas hasta que calles. Es esta mañana y todas las otras que solo puedo pensar en tus pies y tus uñas, en todos sus vellos y todos sus poros, imaginando que si los cuento podrán agruparse en muchas filas bien ordenadas, y que tus uñas crecerán hasta formar una especie de garritas que toquen el suelo, sonando como las orugas cuando muerden las hojas. Pero aquello no importa, pues solamente es lo que fantaseo mientras tú te distraes; es tu voz la que me preocupa, eso y tu idea de creer que todo lo que dices me importa, si me siento y te observo lentamente con el amor con que miras cuando ruegas. Nada ni nadie se puede dormir, ni esta noche ni todas las otras, las caravanas y el clic clac de los caballos, los hombres que llevan otros hombres más pequeños entre sus brazos, comiéndose sus ojos con la esperanza de que así, se queden. Yo quisiera escupir tu boca, con la esperanza de que así, te vayas.

Las ratas que lloran

Es el viento enervado

Sintiendo, sintiendo, sintiendo

Son las lunas severas

De las noches sin firmamento

Son las balas quemando los días

Disparadas por niños que no tienen miedo

Son las ratas bajo mi cama

Que roen, que lloran, que sangran

Son las botellas verdes

En las manos que ya no tiemblan

Es el calor que recorre la espalda

Chorreando la espesa amargura

Son los elefantes del techo

Pisoteando las cabezas aún con vida

Son los arrecifes claros sin peces

Bañados con aguas que hierven

Son borbotones de hormigas

Acarreando millones de huevos

Es la blancura infinita del cubo que gira

Es soñar que te mato y que muero.

Piel Mestiza y Corazón Indígena

Llevo la piel mestiza, pero el corazón indígena
Tengo el cantar de la tortuga en mi vientre
Los mansos pies sobre escamas pardas
Cien almendras talladas de pulcra obsidiana.

¿Qué habremos pensado al vernos llegar?
Con los soles negros, tormentas de brea
Son mis hermanos y son mis hijos
Brotes de higuera que arroja mazorcas.

Miro el reverso de la quieta luna
Donde mi madre amamanta a un conejo
Colgando los hilos de caracoles púrpura
Que tiñen el todo de oscura noche.

Vigilantes escondidos en los retablos viejos
Observan los trece del Cielo Elevado
La huida montando en venados solares
Arrasa el plumaje de los vientos de fuego.

Dionisios yace

Tu historia guarda un beodo aroma, te abrazo y siento un palpitar dormido… tus ojos verduzcos y cansados de tantas lágrimas me miran, atiborrados de entrañable afección…acorazado, reacio esperpento opaco y frío, muero por gritar exclamaciones graves de mi amor petrificado… la humedad recorre mis mejillas, cuántos siglos habrán pasado en dolorosa afonía… soy fiel copia de tus sentimientos, tan agrios, tan ciertos…será que nuestros mundos paralelos fueron… de la cosecha añeja el acre elíxir bebimos, y así , perdidos errantes por el sendero… extraño tus ásperas manos de papel, temblorosas, divinas… eres mi triste odre y yo tu ángel perdido…

En tu extraviado sueño la revelación nacía… el enfermizo desasosiego, mis ojos en ti, tu fragilidad escondida en los recovecos de tu dulce sonrisa… el temor te ahoga en dionisiaca pesadilla, el cruel mundo del olvido…

Mis labios tiemblan y mis ojos claman… mi endeble héroe yace… poco a poco el férreo titán se desvanece… eres mi triste odre, y yo, tu ángel perdido…

Solfeo de viento

Deseo un café en mis labios

Y agua sobre mi cuerpo

Porque nadie mira a través de mis ojos

Nadie más que yo

Salvo el eterno descanso

Con sus caminos largos

Vueltos cortos

Contra el calor contenido en las brazas

Merodearte

Y arranco las vainas

Y siembro las zanjas

Y vuelvo a la orilla

Junto a la arena

Solfeo del viento

El mar

En silencio