Ayer vomité surrealismo. Detrás de la pared había una cabra que balaba hacia el lado Este del campo de hiedras. Nunca supe dónde y cuándo se había extraviado. Por qué. Vomité hasta sentir que las entrañas habían expulsado todo el cuerpo amargo de los sapos engullidos la noche anterior. El veneno recorría con su sabor la boca mía. Supuse que era la maldad abandonando mi cuerpo. Supuse que eran las noches de llanto quedándose muertas sobre los sapos digeridos. Se fueron muertos. Se fueron solos. Los sapos solos.
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1 comentarios:
a mi me vòmitaròn los sapos ..y les escupì moscas..alargaron sus lenguas y las aprisionaron en sus entrañas desaciendolas y excretandolas despuès ...sapos solos que comen a aquellas que se paran en lo que defecas..para que luego los vòmites, como ya no pudiendo contener la propia inmundicia...
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